Nací en 1981 en Le Locle, Suiza, pero mis raíces siempre estuvieron firmemente arraigadas en Galicia. La fascinación por la relojería comenzó a gestarse en mi interior, como un tictac constante que marcaba el ritmo de mi vida.
A medida que crecía, mi vínculo con el mundo de los relojes se volvía más profundo y apasionado.
Cuando decidí mudarme a Galicia, llevaba conmigo el sueño latente de crear mi propia marca de relojes. Sin embargo, como en el movimiento de un reloj, los engranajes de la vida tenían que encajar perfectamente antes de que ese sueño pudiera cobrar vida. La llegada de la crisis sanitaria del coronavirus cambió drásticamente el rumbo de mi vida y se convirtió en un punto de inflexión.
Fue entonces cuando tomé la decisión audaz de transformar mi pasión en un proyecto concreto. Me sumergí en una rigurosa formación en distribución de relojes, adquiriendo las habilidades y conocimientos necesarios para llevar a cabo mi visión. Este proceso me permitió crear un concepto de distribución totalmente adaptado al siglo XXI, fusionando la tradición relojera suiza con la modernidad y la innovación.
A través de innumerables horas de trabajo y perseverancia, finalmente di la luz a Oreto, mi propia marca de relojes. En el corazón de este proyecto, yace un compromiso inquebrantable con los valores auténticos que definen la marca. Coloco al cliente en el centro de todo, reconociendo que un reloj es más que un simple objeto; es una expresión de identidad y estilo personal. Oreto no es solo una marca, es una narrativa de la vida, una historia que se comparte con cada tic-tac, transmitiendo la artesanía y la pasión que me inspiró desde mi infancia en Suiza hasta mis raíces gallegas.
Mi viaje desde Le Locle hasta Galicia, pasando por la crisis del coronavirus, ha sido un reloj meticulosamente diseñado, en el que cada experiencia y desafío han contribuido a dar forma a mi visión. Oreto no es solo un reloj, es el latido de un corazón que nunca dejó de soñar y trabajar incansablemente por su pasión.